Reproducimos el siguiente relato del blog de nuestro compañero Vladimir Merino Barrera, socio de la Asociación Republicana de Málaga
El pasado enero, en este blog, en la columna «Relatos cortos» publiqué el artículo «PLATERO EN TIEMPOS REVUELTOS» dedicado al premio nobel Juan Ramón Jiménez. Revoloteando sobre las hojas del calendario, dos meses después, en marzo, con el título «VICTORIA KENT SONRÍE», deseé reflejar un curioso y simpático pasaje de la vida de esta incombustible abogada malagueña.
Ambos protagonistas tuvieron en común la obligatoriedad del exilio, el sustento del aire lejos de su tierra. Ambos se respetaron y admiraron. El poeta, con el lápiz y el cuadernillo adquiridos en alguna papelería de Puerto Rico, escribía versos. La licenciada en derecho, con las mismas herramientas adquiridas en México o Nueva York, redactaba numerosas crónicas.
Tras el fallecimiento del poeta, Victoria Kent, siendo directora de la revista «Ibérica», en el número publicado el 15 de junio de 1958, en homenaje póstumo a su amigo escribía el siguiente artículo:
—Ha muerto el máximo poeta contemporáneo español y uno de los perennes hitos internacionales; ha desaparecido uno de esos espíritus que, con las estrellas, seguirán irradiando durante siglos su luminosidad; ha desaparecido una de las figuras más señeras, una de las conciencias más claras de España.
No entra en nuestro propósito analizar su obra literaria, sus valores poéticos, ambos están ya consagrados nacional e internacionalmente, insistir en ella sería repetir lo que sigue vibrando en los oídos de todos. Interesa señalar, siquiera sea escuetamente, algo de lo que quizá se pueda perder con la muerte de una figura consagrada internacionalmente en el horizonte literario: su vida de hombre, algunos trazos de esa vida de ciudadano español poco conocida.
Sin poder recorrer el camino de su juventud debemos anotar sus primeros contactos con Madrid. Motivos de salud le hacen conocer al Dr. Luís Simarro, profesor de Psicología experimental en la Universidad de Madrid, con él vivió largos años. El doctor Simarro fue quien le introdujo en la Institución Libre de Enseñanza. El poeta entró en la dirección y disciplina de la institución.
Acompañaba Juan Ramón a Don Francisco Giner, alma de la institución, en excursiones frecuentes y con él visitaba viejos rincones españoles, quizá en la contemplación de ellos llegó a su concepto de que «el pueblo tiene un refinamiento por instinto». De él son estas palabras: «En la institución libre de enseñanza fue donde se fraguó la unión entre lo popular y lo aristocrático, lo aristocrático de intemperie, no se olvide».
Durante ocho o diez años la producción del poeta fue inspirada por los niños. De Platero y yo, esa joya inigualable, de la que hemos hablado en otro momento en estas mismas páginas, dijo el poeta en una ocasión: «Fue Don Francisco Giner el que dio a “Platero” su impulso primero y decisivo.
Al fundarse la Residencia de Estudiantes fue uno de sus primeros residentes y allí pasó cinco años, de ella salió para casarse con la que fue su devota y única colaboradora, Zenobia Camprubí.
Una vez más debemos señalar que Juan Ramón Jiménez no fue político, que no es en ese campo donde nadie puede ni debe situarle, pero sí hemos de subrayar que estuvo siempre al lado de la razón popular, de todo lo popular. Páginas y páginas se llenarían fácilmente siguiendo su vida, como esto no es posible, queremos citar algunas frases de su última conferencia, pronunciada en la Residencia de Estudiantes en el mes de junio, pocos días antes de que se produjera el levantamiento militar. De ella son estos párrafos: «La guerra empieza siempre con la falta de amor y comprensión mutua»… «No es solamente la responsabilidad del gobernante, porque si el gobernado ayudará al que gobierna a poner al alcance de cada cual las cosas que el amor y la comprensión engendran nada podrían los explotadores del pueblo, que quieren dejarlo a imagen y semejanza de sus bajos instintos».
Desterrado voluntario de la España franquista no ha podido esa España hacerle entrar sino muerto, eso es lo que puede recuperar una dictadura de un hombre libre.
Se marcha una meridiana conciencia española y una conducta, ellas quedarán, seguirán siendo una lección viva para las generaciones futuras.
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